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La tecnoadicción

La Organización Mundial de la Salud (OMS) menciona como criterios para definir una conducta como adictiva la dependencia psicológica, la focalización en la actividad, la tolerancia, entendida como la tendencia a aumentar el tiempo dedicado a ella, y la abstinencia. En este último caso, la persona realiza la conducta o actividad no porque produce placer sino porque experimenta malestar si no la realiza.

Estas cuatro características están presentes en un nuevo tipo de adicción, vinculada al auge de las nuevas tecnologías, que los estudiosos del tema denominan “tecnoadicción”, es decir, la dependencia excesiva del uso de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación). Hace unos años estaba más asociada a los videos juegos, pero cada vez se refiere más a la adicción a redes sociales y servicios de mensajerías.

Si bien a las redes sociales y a los servicios de mensajerías se les puede dar un uso positivo, encierran el peligro de convertir su utilización en una conducta adictiva con múltiples secuelas en la salud mental del usuario, pero también con consecuencias en su vida social, educativa o laboral. Hay también una afectación neurológica. Según estudios, el uso frecuente de dispositivos digitales libera dopamina en niveles que pueden afectar la capacidad del cerebro para regular la atención e interferir negativamente en las funciones ejecutivas.

La generalización y masificación del uso de las redes se debe fundamentalmente a que son gratuitas. Pero, como sostiene James Williams, ex estratega de Google y actualmente académico de la Universidad de Oxford, “cuando la aplicación es gratuita, el producto somos nosotros”. Williams añade que “a las empresas tecnológicas les encanta hablar de privacidad para no hacerlo de su modelo de negocio, que es la manipulación”.

La adicción a los videojuegos está reconocida desde 2013 en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales y en la Clasificación Internacional de Enfermedades desde 2018. Para la OMS, las redes sociales siguen el mismo patrón de dependencia neuroquímica que los videojuegos y otras adicciones.

En un artículo publicado en la plataforma de divulgación científica The Conversation, la psicóloga Dominica Diez Marcet señala una serie de causas que pueden desencadenar este tipo de comportamientos adictivos, y en ese contexto menciona la existencia de “factores de vulnerabilidad biológica, psicológica y social que pueden predisponer al desarrollo de una adicción”.

En el caso de los niños, niñas y adolescentes se suman otros dos factores de riesgo: Diez Marcet menciona las condiciones socioeconómicas y la baja supervisión parental. Este último factor es clave. El entorno afectivo de los chicos debe establecer controles razonables respecto del uso de los dispositivos, no tanto desde la imposición sino fundamentalmente a partir de un diálogo abierto que explica las consecuencias que puede producir la tecnoadicción, antes de que empiece a gobernarles sus vidas.

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