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Procedimientos viscerales

En la serie argentina “Atrapados”, que se puede ver en la plataforma Netflix, un equipo de periodistas conecta a potenciales abusadores a través de chats en los que se hacen pasar por adolescentes. El propósito es acordar una cita para “escracharlos” en vivo, revelando su identidad.

Los periodistas que se dedican a esta tarea de investigación están en contacto permanente con la policía, de modo que si finalmente la pesquisa tiene éxito, intervienen las fuerzas de seguridad y el Poder Judicial para arrestar a los presuntos delincuentes, que apelan al grooming para captar a sus víctimas.

Como se sabe, el grooming es el acoso sexual a menores de edad que se basa en establecer con ellos una relación de confianza a través de medios informáticos, fundamentalmente en chats y redes sociales. En algunas ocasiones, el victimario, que esconde su verdadera identidad, y las víctimas, se encuentran personalmente, oportunidad en la que puede consumarse un abuso sexual.

En Argentina es un delito tipificado en el Código Penal desde 2013. Incorporado como el artículo 131, establece que “será penado con prisión de seis (6) meses a cuatro (4) años el que, por medio de comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier otra tecnología de transmisión de datos, contactare a una persona menor de edad, con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad sexual de la misma”. Por supuesto, si el abuso sexual se concreta, el delito es otro y la pena también.

En estos días se conoció el caso de un youtuber y otras personas que apelaron a un mecanismo similar al de la ficción “Atrapados” para sorprender a los presuntos abusadores, a los que citaban en un algún lugar haciéndose pasar por menores de edad. Pero, a diferencia del equipo periodístico, no daban intervención ni a la policía ni a la Justicia. Lo que ocurría es que, cuando sorprendían a los potenciales violadores los golpeaban y los sometían a torturas y humillaciones de todo tipo, físicas y psicológicas. Filmaban esos apremios y los subían a redes sociales.

La práctica de hacer “justicia” por mano propia implica el cometido de nuevos delitos. Por eso, la autodenominada banda de los “cazaviolines” (el youtuber y cuatro personas más) fue identificada rápidamente por la policía y sus integrantes detenidos.

A veces son los propios padres de la menor los que tienden la trampa al acosador y cometen el error de también intentar hacer “justicia” por mano propia. Pero este procedimiento visceral, al igual que el de interés comercial del youtuber, que recauda por los videos virales que produce, al excluir a la Justicia impide que pueda probar el delito. Y los acosadores, aunque golpeados o humillados, logran finalmente la impunidad.

Por eso, ante la sospecha de un caso de grooming, el camino adecuado es comunicar y eventualmente interactuar con la policía o la Justicia para capturar in fraganti a los delincuentes.

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