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Editorial
La motosierra utilizada contra el Estado por la administración libertaria daña más al sector privado que al público. Para explicar este aparente contrasentido es necesario analizar, por ejemplo, los empleos perdidos durante el gobierno de Javier Milei. Un informe de una consultora privada señala que el empleo privado registrado disminuyó, en términos proporcionales, más que el empleo público, porque el ajuste realizado sobre las cuentas fiscales produjo una contracción de la actividad económica y el consumo, y esto a su vez fue factor determinante para despidos en empresas o incluso el cierre de muchas firmas, más de 10.000 en 2024, la inmensa mayoría de ellas pequeñas y medianas.
En base a datos oficiales del Sistema Integrado Previsional Argentino, el economista Nadin Argañaraz, del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), calculó el ratio de asalariados en el sector público por cada 100 asalariados privados. En enero de 2015, según esta estimación, hubo 54,7 asalariados públicos registrados por cada 100 asalariados privados registrados. En noviembre de 2023, último mes del gobierno de Alberto Fernández, esa relación era de 54,3 por ciento. Esto es, hay en la actualidad más empleados públicos por cantidad de privados que cuando Milei asumió.
“En un contexto de caída del empleo formal, la mayor relación entre empleo público/empleo privado obedece a una mayor caída del empleo asalariado privado que del público, en todo el país. En efecto, en relación con noviembre de 2023, el empleo asalariado privado se redujo un 1,9 por ciento (124.000 puestos), mientras que el empleo público se redujo un 1,4 por ciento (49.500 trabajadores)”.
Las proyecciones del gobierno y del Fondo Monetario Internacional auguran una recuperación del empleo privado, y de la actividad económica en general, para este año, pero más como rebote por la formidable caída del año pasado que por una recuperación genuina. Sin embargo, en el primer cuatrimestre el consumo, que es lo que impulsa mayoritariamente la creación de empleo privado, sigue sin repuntar, y lo que sí empuja el crecimiento son sectores de escasa generación de mano de obra, como el energético o el minero, que gravitan solo en algunas regiones muy puntuales.
Además, el rebote pronosticado es –hasta ahora no hay evidencias que indiquen lo contrario- lo que los economistas denominan “del gato muerto”. Esa expresión suele aplicarse al mundo de las finanzas y se refiere a una recuperación temporal del precio de un activo tras una caída, seguida de la continuación de la tendencia bajista. Es una señal engañosa que no indica un cambio de tendencia, sino más bien un alivio temporal antes de que continúe la caída.
En el caso de la economía argentina, la tendencia no es clara. No se avizora una recuperación sustentable pero tampoco hay indicios concretos de que vuelva una tendencia a la baja. Lo que sí es claro es que, por ahora, la motosierra afecta más al sector privado que al público.