martes, 17 de junio de 2025 12:00
Nicole Neumann abrió su corazón para compartir un testimonio íntimo sobre su proceso corporal tras la llegada de su cuarto hijo, Cruz, fruto de su relación con el piloto Manuel Urcera. A través de un video en sus historias de Instagram, la presentadora repasó las sensaciones vividas en los días posteriores a su cuarta cesárea, revelando su honesta experiencia física y emocional.
La modelo no dudó en mostrar su vulnerabilidad al inicio. «Esta es mi panza a 1 día de parida. No he visto otras, después de una cuarta cesárea… pero sí puedo decir: ¡que no se desanimen!”, escribió junto a una imagen de ella con su recién nacido sobre el abdomen. La percepción inicial fue de desaliento: “Me quedé pensando en la panza que tenía cuando todavía estaba en la clínica después de tenerlo a Cruz. Dije: ‘Esto no se me va nunca más’”, recordó.
Sin embargo, esa primera impresión fue superada con el tiempo y sin recurrir a métodos extremos. “Algunos pensarán ‘Ah, no comió nada’, ‘Se mató entrenando’, y no… La verdad que nada de eso”, aseguró la conductora, desmintiendo las expectativas comunes sobre la recuperación posparto que a menudo se ven en redes sociales. Su enfoque se centró en un cuidado consciente y el placer de comer.
En cuanto a la alimentación, la figura televisiva enfatizó que no siguió «dietas estrictas». Reveló ser «de muy buen comer» y explicó: «Comí un montón. Siempre soy de muy buen comer. No debe haber una persona que realmente me conozca que pueda decir que no como rebien”. Su clave radicó en la calidad de los alimentos: “Lo que sí como es calidad. Como muy sano. O sea, comida que me nutra. Pero me encantan los postres. Así que me doy mis gustos”.
Respecto a la actividad física, la celebridad retomó el movimiento de manera gradual, siempre escuchando las señales de su cuerpo. “Entrené cuando lo sentí y cuando tuve energía, porque muchas veces me levantaba y no podía más de estar toda la noche amamantando”, relató. Incluso, su retorno al ejercicio se postergó porque «se me saltaron unos puntitos», lo que le impidió entrenar hasta un tiempo después de los 40 días posparto.
El aspecto emocional del posparto también fue relevante. A pesar de ser su cuarto hijo, la modelo confesó: “Pensarán: ‘Ah, el cuarto hijo’. ‘Se crían solos’. ¿Vieron ese gran dicho? Bueno, los míos no. Volví a ser tipo una primeriza. Mismos miedos, cuidados”. Reconoció que durante las primeras semanas no se atrevía a dejar a su bebé con nadie, limitando sus tiempos personales.
Así, la madre encontró su equilibrio entre las demandas de la maternidad y el autocuidado. «Todo tiene que ver con disciplina, perseverancia, manejo de energía y tiempos. Lo mejor posible”, explicó, subrayando que reconstruir el vínculo con su cuerpo fue un proceso de armonía entre estos factores.
Finalmente, la protagonista de esta historia no negó la influencia de la genética, admitiendo: “Seguramente la genética también ayuda, no lo voy a negar”. Sin embargo, resaltó su constancia: “Pero nunca me abandoné tampoco. Traté siempre de darme un ratito”. De esta manera, su mensaje se enfoca en la necesidad de escuchar el cuerpo, aceptar los propios tiempos y «priorizar el bienestar por encima del espejo».