Son cada vez más las advertencias formuladas por médicos y centros de salud respecto de los riesgos que entraña la automedicación, es decir, recurrir al consumo de medicamentos sin consultar al médico. Según estiman informes oficiales, entre un 40 y un 50% de la población se automedica.
Algunos de los remedios son de venta libre, como analgésicos o antiinflamatorios, pero también se consumen sin prescripción profesional otros para patologías más complejas, como los antibióticos y los psicofármacos. Los de venta libre, que son cada vez más a partir de la política de desregulación implementada por el gobierno nacional, no son inofensivos. En estos días se conocieron declaraciones de la jefa de la División Medicina Interna General en el Hospital de Clínicas de la UBA, Pía Majdalani, quien advirtió que “la percepción de que un medicamento de venta libre no implica riesgo es un error común. Cualquier sustancia que tenga efecto terapéutico también puede tener efectos adversos si se usa sin criterios clínicos adecuados”.
Entre los riesgos del uso indiscriminado y no supervisado de medicamentos de venta libre se mencionan el daño renal por uso crónico de antiinflamatorios, las interacciones medicamentosas en personas con múltiples tratamientos y la posibilidad de enmascarar síntomas de enfermedades más serias.
Uno de los medicamentos sumados a la lista de los de “venta libre” son los prazoles, que se utilizan para combatir la acidez estomacal. Este tipo de medicamentos pueden causar efectos secundarios como estreñimiento, náuseas, gases, vómitos, vértigos, dolor de cabeza, erupciones en la piel o dolor muscular y hasta afecciones más graves, como fracturas óseas, deficiencia de vitamina B12, infecciones gastrointestinales y posibles complicaciones renales.
Lo más grave es el extendido uso de psicofármacos, que se compran clandestinamente sin receta y que a mediano y largo plazo generan dependencia física y emocional. Lo más grave es el extendido uso de psicofármacos, que se compran clandestinamente sin receta y que a mediano y largo plazo generan dependencia física y emocional.
Otro problema es el uso innecesario y abusivo de los antibióticos. Aunque no figuran como “de venta libre”, se expenden habitualmente sin receta y hay por lo tanto un sobreconsumo. Se los utiliza para combatir enfermedades virales como resfríos o gripes, para las que no tienen ningún tipo de eficacia, y hasta de un modo preventivo. Este uso desmedido propicia la proliferación de bacterias resistentes a los antibióticos.
Lo más grave es el extendido uso de psicofármacos sin control médico, que se compran clandestinamente sin receta y que a mediano y largo plazo generan dependencia física y emocional. El consumo de este tipo de drogas se incrementó notablemente a partir de la pandemia. Últimamente se ha generalizado la utilización de drogas más complejas, como los antipsicóticos, que pueden ocasionar, además de adicción, efectos neurológicos importantes.
Es preciso que las autoridades de salud de los distintos niveles de gobierno desarrollen campañas de concientización respecto del uso responsable de los medicamentos, supervisado siempre por un profesional médico. Recurrir a ellos para aliviar síntomas leves puede ocasionar enfermedades graves y hasta irreversibles.