lunes, 14 de julio de 2025 14:00
La trayectoria de Soledad y Natalia Pastorutti es una historia de profunda raíz familiar y artística. Criadas en Arequito, en un hogar forjado con esfuerzo (su padre mecánico, su madre profesora de danza), descubrieron que juntas podían brillar, volviéndose un símbolo del folclore argentino.
No obstante, la unión familiar y laboral también generó tensiones y la necesidad de cada una de encontrar su propia identidad. Natalia, la menor, acompañó a la Sole por más de veinte años, siendo esencial del fenómeno Pastorutti. En 2007, decidió iniciar su camino como solista.
En el programa Noche al Dente, la artista explicó su decisión: «Creo que funcionábamos como familia así. Y cada una ocupaba el lugar que más cómodo le quedaba”. Remarcó su gratitud por los años compartidos y, tras ser madre, se animó a lanzar su propia carrera.
Por su parte, Soledad se refirió en ocasiones al vínculo con su hermana. En diálogo con La 100, recordó humorísticamente las dinámicas de pequeñas: «Yo siempre fui muy inquieta. Era de joder y molestar. Ella siempre tuvo mucho más carácter y era la que tenía más poder en esta relación de hermanas».
Aunque su relación se caracteriza por una profunda unión —al punto de vivir actualmente en el mismo predio en Arequito—, también hubo roces. Soledad rememoró un conflicto particular por una prenda de vestir, que se convirtió en su «última pelea» significativa.
«La última pelea que recuerdo fue por la tapa de mi segundo disco. Le estrené una remera a Natalia para la sesión de fotos y se recontra enojó», relató. Y añadió: «A mí nunca me importó la ropa, y ella era como más correcta con eso”. La anécdota, hoy divertida, refuerza su lazo fraternal.