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Dúo Coplanacu y su amor a Catamarca: «Hay momentos donde la conexión es casi un abrazo fuerte con la gente»

Las carpas apostadas al costado del imponente escenario del Patio del Poncho eran testigos de una juntada entre amigos, más que de artistas. Roberto Cantos y Julio Paz de Coplanacu compartían animados la charla entre risas con Manuel Orellana y Rodolfo Lucca del dúo Orellana- Lucca haciendo uso y abuso de la simpatía y las ocurrencias con tonada santiagueña. Con esa onda llegaron a la rueda de prensa y luego, ya ante un masivo público, continuaron alegrando el clima con chistes, chacareras, escondidos y la fiesta con que los Copla nos tienen acostumbrados ya hace 40 años.

El puntapié inicial de la charla desnudó el sentimiento por volver a nuestra provincia y provocó un inmediato reclamo que tuvo el correspondiente remate: “Nunca pasa mucho tiempo sin venir a Catamarca”, expresó Roberto mientras la periodista propinó: “A veces podrían llegar más seguido”… “Es que llegamos, pero ustedes no nos ven”, respondió sonriendo el artista confesando que todos los años suelen “caer” varias veces de incógnito con la familia para compartir guitarreadas y algún asado con muchos de los amigos que cosecharon en Catamarca.

“Para nosotros Catamarca representa muchísimas cosas, porque en nuestra historia personal y del dúo, parte grosa de nuestra historia ha pasado por esta provincia. Vinimos cuando el festival del Poncho se hacía en un galponcito largo con sillas blancas de plástico y la gente que en ese entonces eran niñitos hoy los vemos protagonistas en la cultura, en la política y en la cosa diaria”, indicó Julio.

“Estamos sorprendidos y conmovidos por el Poncho, por la metamorfosis que ha tenido desde que vinimos y tocamos en una especie de galpón para doscientas personas y hoy es algo completamente diferente. Lo celebramos, nos sentimos parte de esta fiesta, no sólo por lo compartido sino por lo que significa para la cultura nacional”, agregó Roberto.

Conexión

Quizá el común denominador del público de los Copla, sea cual fuere el lugar donde resida, sea la conexión que siempre logran con el dúo formado allá por 1985 en Córdoba y que, en poco tiempo se transformó en los referentes de las peñas universitarias de entonces.

“Mucha de la gente de Catamarca conocimos en el comedor universitario, entre ellos un querido amigo que ya llevaba como quince años estudiando y que nosotros le dijimos: che loco, ya hay que recibirse.. .y bueno a mi me han mandao a estudiar no ha recibirme…”, convidó la anécdota Julio generando las risas inevitables.

Minutos después, apenas los acordes de la guitarra de Roberto le dieron el pie para los graves latinos del bombo legüero de su compañero, se produjo como siempre esa magia que conecta a todos los que de inmediato comienzan a cantar uno a uno los temas célebres del cancionero folklórico y otros tantos a bailarlos en rondas multitudinarias, por todos los rincones.

“Son varias generaciones que vienen cantando temas con nosotros. Hay momentos tremendos donde la conexión es casi un abrazo fuerte con la gente, cuando cantamos gatos, chacareras y en Catamarca, sobre todo, con la canción de mi cumpa ´Peregrino´ por la devoción que hay con la Virgen del Valle”, cuenta Julio en torno al tema que siempre entonan al final de sus recitales y que, indefectiblemente, el público corea saltando, una y otra vez, obligando al dúo a seguir sobre el escenario.

“Peregrino, tiene que ver con uno de los acontecimientos de nuestra vida, quizá uno de los más fuertes además de cantar, que ha sido peregrinar de Santiago a Catamarca para cumplir una promesa mía con la Virgen del Valle y eso nos acerca de una forma entrañable a Catamarca”, agregó emocionado.

Pertenencia

La multitud con sed de chacarera los aclama y entonces, el legendario dúo que mantiene la sencillez de los grandes se suma a la foto de rigor con la prensa y hasta firma autógrafos y saca fotos con los fanáticos que aguardan en el trayecto hacia el escenario. La humildad y el humor, siguen siendo el sello personal de los dos amigos que comenzaron a cantar juntos cuando estudiaban en Córdoba y no sabían más que 8 temas que repetían si les pedían otra. “Las chacareras no tenían segunda, sino tercera”, señalan graciosos siempre al recordar las anécdotas de los comienzos. Como cuando pegaron apenas 10 fotocopias para invitar a su primer actuación “pero para que surtiera efecto, pasábamos y las mirábamos nosotros”. Tres meses después de esa casualidad que los puso en el mismo camino, 800 personas los fueron a escuchar y nunca más dejaron de cautivar a los oídos ávidos por perpetuar las obras de los más grandes de nuestro folklore como el Cuchi Leguizamón, Jaime Dávalos, el Dúo Salteño, Ariel Petrocelli o Armando Tejada Gómez.

La Oncena, Salavina, Santiago Chango Moreno, La Llamadora, sonaban entonces tal como ahora con el coro de cientos que siguen eligiendo el folklore de tierra adentro, el que se canta y se baila en los patios de tierra. Ayer le tocó al Patio del Poncho. “Esta fiesta tiene que ser así”, destaca Roberto y desliza el comentario para reflejar la esencia de Coplanacu: “no nos gusta cantar para un sector vip”, agrega mientras el público se ríe y aplaude. “Siempre lo que intentamos es sumarnos a la fiesta, no queremos protagonizar o dar un show para que la gente se quede lejos, sino más bien sumarnos al Poncho por la tarde porque no hay nada mejor para la chacarera que un patio. Queremos encontrarnos con la gente, que cante y baile con nosotros y entre todos armar esta celebración de la pertenencia a Catamarca”.

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