El delito de estafas y defraudaciones tuvo un crecimiento considerable en los últimos diez años en la provincia. De acuerdo con estadísticas judiciales a las que El Ancasti pudo tener acceso, en 2014 se registraron 275 denuncias por este tipo de ilícitos. En tanto que en 2024 la cifra trepó a 1.642 casos. Es decir, en una década hubo un aumento del 497%.
Los números corresponden a la Primera Circunscripción Judicial y comprende a los departamentos Ambato, Ancasti, Capayán, Capital, El Alto, Fray Mamerto Esquiú, Paclín, Santa Rosa y Valle Viejo. En detalle, en 2014 -con un total de 24.542 denuncias- las estafas apenas representaban el 1,1% de las denuncias registradas. Ese porcentaje se mantuvo estable hasta 2018, pero a partir de 2019 comenzó una escalada que no se detuvo: en 2022 superó el 3%, en 2023 alcanzó casi el 5% y en 2024 llegó al 5,6% del total.
Según las estadísticas judiciales, se puede advertir que las estafas y defraudaciones pasaron de ser un delito marginal en las estadísticas a constituir un fenómeno con crecimiento sostenido, especialmente desde 2019, hasta alcanzar más de 1.600 denuncias en 2024, con fuerte concentración en la Unidad Judicial 1, seguida por la Unidad Judicial 10 y, en los últimos registros, Unidad Judicial 5.
Si bien la Unidad Judicial N°1 y la Unidad Judicial N°10 fueron históricamente las que más denuncias recibieron por estafas, su peso relativo se redujo con el paso de los años. En 2014, entre ambos precintos concentraban más de la mitad de los casos (54,5%); la Unidad Judicial 1 tenía el 32,4% y la Unidad Judicial 10, el 22,1%; en cambio, en 2024 reunieron menos del 30% -la Unidad Judicial 1, 16,2 % de las denuncias y la Unidad Judicial 10, el 12,2 %-. Es decir, el fenómeno dejó de estar focalizado en determinadas zonas para extenderse de manera más homogénea en el territorio, un indicio de que las estafas se diversificaron y alcanzan a distintos barrios y sectores sociales.
Mecánica del engaño
La estafa no se ejecuta con violencia, sino a través de un ardid: alguien entrega dinero o bienes confiando en una promesa que en realidad es un engaño. Muchas veces, el atractivo reside en aparentes ganancias rápidas y fáciles, en propuestas que apelan a la ilusión de obtener beneficios sin esfuerzo. Bajo fórmulas seductoras como “gane dinero mientras duerme”, se esconde la trampa.
El crecimiento sostenido de estas denuncias obliga a poner el acento en la prevención y la desconfianza activa frente a ofertas que parecen demasiado buenas para ser reales. El delito se nutre de la expectativa de las personas y la única forma de reducir su impacto es informarse, consultar antes de invertir y denunciar los intentos de engaño.
Las estafas suelen seguir un esquema que apela a la confianza, el miedo, la urgencia o el deseo de obtener un beneficio rápido. En los casos locales relevados se identifican dos estrategias predominantes: el “cuento del tío” o las “estafas virtuales u online”.
El crecimiento exponencial de las denuncias por estafas y defraudaciones en los últimos años no es un mero accidente estadístico: remite a prácticas delictivas que se han sofisticado, pero que siguen confiando en lo más antiguo del engaño humano: la manipulación emocional, la urgencia y la confianza personal.
275
denuncias se registraron en 2014. Representaban el 1,1 % de las 24.542 denuncias que se habían realizado en total durante ese año.
1642
denuncias se hicieron durante 2024. Es decir, en esta última década hubo un aumento del 497%.
54,5%
De estas denuncias registradas durante 2014 se asentaron en las Unidades Judiciales 1 (microcentro) y 10 (Valle Viejo).
30 %
De las denuncias registradas en 2024 se asentaron en la Unidad Judicial 1, en la Unidad Judicial 10 y en la Unidad Judicial 5 (oeste).