Sobre esta evidencia incontrastable se superpone otra, cada vez menos difusa y más inquietante: Karina, negada para la estrategia, es el poder real; su hermano Javier ejerce un vicariato.
La inexperiencia de la dupla simbiótica agrava esta situación anómala.
De las tortas al Estado
El diputado nacional Emilio Monzó, que se desempeñó como presidente de la Cámara de Diputados durante la Presidencia de Mauricio Macri, describió el cuadro de vulnerabilidad institucional inmejorablemente en una entrevista que le hizo Carlos Pagni en “Odisea Argentina”.
“La marginalidad de la casta, con la adulación, la comió a Karina Milei. Los que la casta dejaba afuera, encontraron la llave. Esta mujer manejaba una rotisería o vendía tortas. Es fácil llegar a ella, adularla, darle certezas simples, o autocensurarse como hace el PRO para obtener candidaturas o cargos”, dijo el legislador.
El desconcierto y la inseguridad anímica de Karina, abruptamente arrojada desde la venta de tortas al rol de estadista, lubricó la infiltración de la casta marginal con efectos demoledores.
“Hay que calmarse, hay que templarse. El Gobierno tiene que templarse, la razón viene en la calma. Me preocupa que Milei es un evasor en su vida, es una persona que corre, no sé si está preparado para la calma y el temple. No sé si está preparado para la autocrítica, para esa pausa. Él necesita correr, pero no es momento de correr”, advirtió Monzó.
En otra entrevista, concedida a Ernesto Tenembaum y María O’Donnell, el reconocido analista Eduardo Fidanza coincidió con el diagnóstico.
“Los Milei llegan al Gobierno sin antecedentes de haber dirigido ninguna organización pública, ni privada. Tuvieron que delegar. Hay una cantidad de advenedizos, oportunistas, aficionados y mafiosos”, expresó.
El paradigma Pareja
Mientras “Lule” y Martín Menem confirman que la solvencia política no es virtud que se trasmita genéticamente, Sebastián Pareja emerge como paradigma exitoso de la casta marginal.
Personaje secundario e ignoto, ayuno de precedentes que lo habilitaran para las funciones que le delegaron, recibió la encomienda de conformar la oferta electoral de Provincia de Buenos Aires.
La Libertad Avanza perdió por 14 puntos a pesar de que el propio Javier Milei le puso el cuerpo a la campaña, pero Pareja metió 20 dirigentes “tropa propia” entre diputados y senadores en la Legislatura bonaerense y numerosos concejales en los municipios.
Todo un logro personal que brilla en el desastre libertario colectivo. Pareja se convirtió de la noche a la mañana en un cacique de envergadura en el volátil territorio bonaerense.
Los “celestiales” de Santiago Caputo, con el “Gordo Dan” Parisini a la cabeza, lo atacaron con su proverbial saña desde “streamings” cuentas “X”, pero Karina lo blindó, no se sabe si con criterios pasteleros o políticos.
Al influjo de las cajas
La solución que pergeñaron los libertarios para tratar de acomodar cargas hasta las elecciones nacionales del 26 de octubre fue poner a Milei al frente de una mesa de acción política. Los enconos intestinos no han menguado pero ambos bandos, al borde la eutanasia mutua, suponen que la presencia de Milei alcanzará para licuarlos.
La ratificación de los Menem y Pareja no puede considerarse un triunfo de Karina, salvo que se piense todavía que Javier es capaz de contravenirla. El regreso de Santiago Caputo a los primeros planos constituye, en cambio, una novedad.
El asesor abandonó el bajísimo perfil con que abonaba su misterio en febrero, cuando tuvo que intervenir para que Milei no se fuera de lengua en la entrevista que le hizo Jony Viale en la Casa Rosada para que explicara su participación en la “difusión” de la criptomoneda fraudulenta LIBRA.
Esa estafa global fue el primer eslabón de una cadena de casos impregnados de sospechas de corrupción, que fue desenvolviéndose mientras escalaban las reyertas entre Caputo y los “karinistas”: maletas exentas de controles aduaneros trasladadas en aviones del empresario ligado a servicios de inteligencia, Leonardo Scaturicce, sobreprecios y exigencias para firmar contratos opacos a funcionarios del PAMI, un centenar de muertes por fentanilo contaminado vendido por laboratorios del empresario Ariel García Furfaro, circuito de coimas con Karina llevándose el 3% revelado en audios del ex director de la Agencia de Discapacidad, Diego Spagnuolo.
Salvo LIBRA, donde Milei dejó sus huellas digitales en un tuit, en todos los otros incidentes se conjeturaron infidencias divulgadas por Caputo o el “karinismo” para perjudicar a sus rivales en la interna.
El detalle podría ser significativo, porque las divergencias libertarias no obedecen a cuestiones programáticas o conceptuales de fondo. Las exacerbaciones de la pelea aparecen siempre ligada a negocios espurios con el Estado.
Respaldo explícito al “caputismo”
En este sentido, el escándalo “Karina 3%” desplazó del centro de la agenda al del fentanilo emponzoñado, más siniestro.
El estrago afecta al ministro de Salud Mario Lugones, cuyo hijo Rodrigo es consultor político, socio y amigo de Caputo.
El domingo del naufragio bonaerense, el Mago del Kremlim estuvo a la diestra y muy cerca de Milei al momento de admitir la derrota. Inmediatamente atrás del Presidente estaba Lugones.
Milei prometió enmendar eventuales errores pero ratificó el rumbo. Fue explícito en términos generales: equilibrio fiscal, restricción monetaria, esquema cambiario, desregulación, políticas de Capital Humano, Defensa, Seguridad y Justicia.
Abandonó las generalizaciones para respaldar personalmente a un solo funcionario: “Vamos a continuar con el trabajo fuerte que hace el ministro Lugones”.
No la política de Salud: el ministro Lugones, responsable de las fallas en los controles del fentanilo que debía hacer la ANMAT.
Mano al mentón, impávido, Santiago Caputo monitoreaba el discurso en las vísperas de su ingreso a cara descubierta en la mesa política. Quizás voltear a los Menem y Pareja no sea para él tan prioritario.