La consistencia de las previsiones de Javier Milei sobre la evolución que tendrán los indicadores económicos el año que viene son materia ya de arduas discusiones, pero el ingrediente más notorio de su anuncio sobre el Presupuesto 2026 fue la moderación en el tono y el léxico y la reconciliación propuesta a las “ratas inmundas” refugiadas en el Congreso y los “degenerados fiscales” que gobiernan las provincias.
Este cambio es la señal más clara del impacto que tuvo la derrota en la Provincia de Buenos Aires sobre el líder libertario. Si bien la intensidad y duración de los agravios previos induce a atemperar expectativas, no deja de ser una buena noticia que el Presidente muestre tener en consideración el mensaje de las urnas y haya decidido refrenar sus muy marcadas pulsiones agresivas.
Diferencias sobre el programa al margen, el efecto de la catástrofe bonaerense es haber puesto en evidencia los perjuicios provocados por el mesianismo exacerbado y los insultos indiscriminados en tren de construir alguna previsibilidad en la Argentina. Las primeras reacciones oficialistas no habían sido alentadoras. Se conformó una mesa política nacional con los mismos actores, presidida por el propio Milei para tratar de licuar la interna entre su hermana y Santiago Caputo.
Un Milei desconocido anunció el Presupuesto 2026: tono moderado y propuesta de conciliación al Congreso y los gobernadores. Un Milei desconocido anunció el Presupuesto 2026: tono moderado y propuesta de conciliación al Congreso y los gobernadores.
Se recreó el Ministerio del Interior para jerarquizar a Lisandro Catalán y se anunció el inicio del diálogo con los gobernadores, pero los contactos promocionados se circunscribieron a los aliados electorales y se vetó la ley para coparticipar los Aportes del Tesoro Nacional.
El primer viaje de Catalán al interior ya con el rango de ministro fue para participar de un acto de campaña en Tucumán, donde es candidato a diputado por La Libertad Avanza, acompañando a la presidenta del partido, Karina Milei, quien pronunció un comentado discurso que quedará en los anales de la precariedad oratoria.
El flamante ministro se hizo un tiempo para llegarse a Salta y sacarse un foto con el gobernador Gustavo Sáenz ayuna de cualquier explicación adicional a pactar una tregua después de que el mandatario calificara a Milei como “paloma de iglesia”, por “cagar a los fieles”. Se conjetura que fue para pedir que la diputada nacional Yolanda Vega no juegue con la oposición en la comisión que investiga el caso $LIBRA.
En el final de la secuencia, el mesurado anuncio del Presupuesto se convierte en el más significativo indicio de que Milei tomó conciencia de la comprometida situación en la que lo dejó la debacle bonaerense. Ratificó que el equilibrio fiscal es “la piedra angular” innegociable de su programa. “Estoy seguro de que trabajando codo a codo con los gobernadores, diputados y senadores que quieren una Argentina distinta vamos a lograrlo”, tendió el puente. Es una novedad de fuste: el león que se comía a los chicos crudos se ha vuelto vegano.
El dato cobra mayor importancia si se considera que, aun si obtuviera un triunfo importante en octubre, el oficialismo sería en pronunciada minoría en las cámaras del Congreso. Milei está condenado a acordar con el Parlamento y los gobernadores: es saludable que por fin se avenga a reconocer la legitimidad del resto de los actores del sistema institucional. También prometió aumentos a jubilados, discapacitados, personal del sistema de salud y universidades y se abstuvo de alusiones a los “parásitos mentales” que no comulgan con sus ideas.
Este giro hacia la sensatez se manifiesta también en la campaña, como puede advertirse en el “flyer” de su desembarco en Córdoba que ilustra esta nota: abrazando a una niña, con amorosa expresión. Ya no el león, el emperador, el gesto fiero del exterminador de “kukas” blandiendo la motosierra.