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La narrativa anticiencia

En una época caracterizada por el impactante avance de la ciencia y la tecnología, se propaga sin embargo una narrativa que, carente de argumentos serios, intenta desacreditar el conocimiento elaborado según los criterios científicos. El problema es grave por las consecuencias que la desinformación genera en temas muy sensibles, pero también porque estos discursos muchas veces son emitidos por personas que ocupan espacios de poder muy importantes y de enorme gravitación social.

La circulación de estas desinformaciones se acelera a través de las redes sociales, que ganan adhesión mientras la pierden progresivamente las fuentes de divulgación serias. El avance de la extrema derecha en el mundo ha facilitado la expansión del fenómeno, como lo señalan distintas investigaciones realizadas.

Recientemente se ha publicado un informe que resume las principales desinformaciones sobre la ciencia que circulan en la Argentina. La investigación, publicada por el sitio de verificación de información chequeado.com, señala las principales narrativas anticiencias. Menciona en primer lugar el negacionismo climático, pregonado por el propio presidente Javier Milei, que niega el cambio climático o lo atribuye a un ciclo natural, ignorando la gran cantidad de evidencia científica acumulada en los últimos años. Paralelamente, los negacionistas climáticos diseminan versiones conspiracionistas que señalan que el clima es manipulado a través de presuntas tecnologías secretas. Un disparate.

Otra narrativa anticiencia detectada es la que intenta desacreditar al Conicet mediante argumentos simplificados y carentes de seriedad. Al mismo tiempo, desconoce los muchos y reconocidos internacionalmente logros de los científicos argentinos que trabajan como investigadores del organismo injustamente cuestionado.

Los cuestionamientos a las vacunas también forman parte de este tipo de discursos que distorsionan la realidad, desestimando el formidable papel que han cumplido en los dos últimos siglos, y siguen cumpliendo, para la prevención de enfermedades a nivel global. Robert Kennedy Jr., secretario de Salud de EE.UU., recientemente nombrado por Donald Trump y recibido por Milei, es un reconocido antivacuna que durante la pandemia difundió desinformación sobre el tema. En el tema salud pública deben mencionarse asimismo como narrativa anticiencia la difusión, sobre todo a través de redes sociales, de diferentes pseudoterapias que son falsas curas para el cáncer, el dengue u otras enfermedades.

El informe indica como una falsa narrativa el terraplanismo, que sostiene que nuestro planeta es un disco plano y la Antártida actúa como un muro de hielo que impide que los océanos se derramen. La diputada libertaria Lilia Lemoine se ha expresado poniendo en duda la esfericidad de la Tierra.

El desafío de la racionalidad es combatir estas narrativas con argumentos sólidos, interpelando a quienes hacen circular las desinformaciones, al mismo tiempo de fomentar el desarrollo de una mirada crítica de todas las posturas y una conciencia crítica. El discurso anticiencia no es un desatino al que haya que tomar a la ligera, sino un problema que tiene implicancias culturales que, aunque probablemente coyunturales, contribuyen a generar desconcierto y en muchos casos a adoptar malas decisiones.

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