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Editorial

Uno de los problemas de la economía argentina es la vigencia de un esquema impositivo con graves distorsiones y, fundamentalmente, regresivo. Los impuestos regresivos son, como se sabe, los que favorecen la inequidad, pues pagan menos, proporcionalmente, los que más tienen y más los que menos tienen. Los impuestos progresivos, en cambio, son aquellos que se cobran en mayor proporción cuanto mayor sea la capacidad económica de los contribuyentes. En este caso, tienden a buscar equidad, pues pagan más los sectores ricos que los pobres.

Según un estudio del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), en Argentina actualmente los trabajadores de menores ingresos pagan más impuestos y contribuciones que quienes detentan mayores salarios. El informe consigna que los trabajadores con ingresos más bajos destinan un 13,7% de su salario a aportes personales, mientras que quienes perciben mayores ingresos solo contribuyen con el 6,3%. También menciona el impacto desigual del impuesto al consumo. El Impuesto al Valor Agregado (IVA) y otros impuestos indirectos afectan de manera más pronunciada a los salarios más bajos, porque un porcentaje mayor de sus ingresos disponibles se destina al consumo en comparación con los ingresos más altos.

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El IARAF lo explica con ejemplos muy gráficos: una familia con un salario bruto mensual de $1.550.000 que alquila un departamento de tres ambientes y no tiene auto, tiene una carga tributaria del 49,3% de su ingreso total, mientras que una con un sueldo de $3.380.000, una vivienda propia en un barrio alejado del centro y un auto usado chico enfrenta una carga del 47,3%.

“Si se mide en minutos y segundos el tiempo necesario para generar los ingresos que sean equivalentes a la incidencia económica de los tributos, un trabajador incluido en la configuración del caso 1 debe utilizar 29 minutos y 35 segundos de cada hora laboral para cubrir todos los tributos en 2025, mientras que uno del caso 2 deberá trabajar 28 minutos y 23 segundos para hacerlo.”, señala el estudio.

Durante el primer año de gobierno de Javier Milei hubo una profundización de la tendencia regresiva del sistema impositivo a través de medidas como la reposición del Impuesto a las Ganancias para los trabajadores de la cuarta categoría y del IVA para los productos de primera necesidad, así como el aumento del monotributo. Como contrapartida, los sectores de mayores ingresos o patrimonio se vieron favorecidos con la modificación del piso para el pago de Bienes Personales o la eliminación de los impuestos internos para los autos de alta gama.

El esquema impositivo regresivo produce, en definitiva, una transferencia de ingresos desde los sectores de menor poder adquisitivo, hacia los de mejores ingresos, propiciando la consolidación de un proceso de concentración de la riqueza. La configuración de un sistema tributario más progresivo impulsaría un movimiento contrario, promoviendo una disminución de la brecha entre ricos y pobres y aliviando las tensiones sociales que inevitablemente se forman cuando la desigualdad aumenta.n

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