Cada 4 de septiembre la Iglesia recuerda a Santa Rosalía de Palermo, una figura de profunda devoción en Sicilia y en el mundo, conocida como la «Santuzza» (pequeña santa). Nacida en Palermo alrededor del año 1130, se cree que era una noble de la corte normanda, posiblemente descendiente de Carlomagno.
A pesar de su linaje y las perspectivas mundanas, Rosalía eligió una vida de soledad y oración. Se retiró a una cueva en el Monte Pellegrino, cerca de Palermo, donde vivió como ermitaña en total dedicación a Dios, alejada de las vanidades del mundo. Falleció en 1166.
Su culto cobró gran relevancia siglos después, en 1624, cuando la ciudad de Palermo fue asolada por una terrible epidemia de peste. Según la tradición, Santa Rosalía se apareció a una anciana y a un cazador, indicando el lugar donde se encontraban sus restos. Tras el hallazgo de sus reliquias y una procesión con ellas por la ciudad, la peste cesó milagrosamente.
Desde entonces, Santa Rosalía es la patrona de Palermo y una de las santas más invocadas contra las enfermedades contagiosas. Su vida de penitencia y reclusión es un ejemplo de la búsqueda de la santidad a través de la renuncia al mundo y la entrega total a la vida espiritual.
