lunes, 20 de octubre de 2025 01:48
En el tramo final de la campaña que desembocará en las elecciones del próximo domingo, el gobierno de Javier Milei comprendió que su promesa de “pintar al país de violeta” y “arrasar” en las urnas, es una fantasía ya desmoronada. La seguidilla de graves escándalos de corrupción -coimas, criptoestafas y vínculos narco- y el desplome de la economía con la consecuente intervención de Estados Unidos, dejan al proyecto libertario en su momento de mayor fragilidad desde 2023. El “mejor gobierno de la historia” sabe que, coseche más o menos votos, no tendrá control del Congreso en los dos años que le restan. Pero su mayor temor es que Donald Trump cumpla su promesa y le suelte la mano si la ciudadanía muestra un nivel de rechazo consistente.
Como a esta altura emparchar todos los agujeros del barco es imposible, Casa Rosada apunta a otra estrategia, más al alcance de la mano: dominar el discurso público, construir un buen relato, y convencer a propios y extraños de que, cualquiera sea el escrutinio, representa una victoria libertaria. Pase lo que pase, Javier Milei necesita poder mostrarle a su amigo Donald Trump que ganó las elecciones para destrabar los 20 mil millones de dólares del swap. No importan los detalles, lo único que importa es poder mostrar, en los diarios del lunes, que LLA fue la fuerza nacional más votada y que amplió sus fuerzas en el Congreso. Otros dirigentes de LLA agregan una tercera variable: hacer una elección digna en la Provincia de Buenos Aires. Es decir, achicar la diferencia de 14 puntos de las elecciones bonaerenses y, pese al drama de haber tenido que bajar a la cabeza de lista por sus vínculos con un empresario investigado por lavado de dinero del narco, mostrarse como una opción competitiva en la provincia más populosa del país. La mayoría de las encuestas, por estas horas, confirman las expectativas oficialistas: LLA será primera fuerza a nivel nacional. Es el único sello electoral, después de todo, que compite en las 24 jurisdicciones del país. Fuerza Patria, en cambio, estará presente solo en 15 distritos, por lo que es razonable intuir que, aún haciendo una mala elección, el Gobierno podrá mostrarle a Trump que fue la fuerza más votada.
Por esas razones, el primer desafío del Gobierno será imponer la lectura política del domingo de elecciones. Un triunfo con hasta el 35% de los votos será considerado aceptable e, incluso, festejado, en los búnkers libertarios. Se pasará a enumerar la cantidad de bancas que LLA tendrá en la Cámara de Diputados y la corta distancia que los separa, con ayuda del PRO, del tercio vetador. Un resultado más cercano al 30%, en cambio, será percibido como un fracaso, una confirmación de que lo único que le queda a Milei es el voto duro que lo llevó al ballotage en 2023. Habrá entonces una batalla en las urnas, y luego otra batalla, por imponer la lectura de los números y procurar allí inclinar la balanza. LLA tiene claro que, si no puede ser ganador, tiene que poner su mayor empeño en parecerlo.
El Esquiú.com