viernes, 21 de noviembre de 2025 01:58
Las peleas y los conflictos son parte del folclore y del juego de la política, en todos los sectores y en todos los lugares del mundo. Alianzas, traiciones e intrigas palaciegas, suelen mezclarse con intereses, chicanas y acusaciones, tanto entre diferentes fuerzas como en los niveles internos. En determinados períodos esos escándalos se potencian, por ejemplo, en etapas de definición de candidaturas, o tras algún fracaso electoral, cuando se hace la autopsia del escrutinio y emergen rencores y repartos de culpas. Es moneda corriente, y nadie que se haya curtido un poco en cuestiones políticas puede espantarse. Hay momentos para unirse y hay momentos para pelearse, reordenar espacios y seguir andando. Se gana, se pierde y se continúa. Después, como suele decirse en tono criollo, con el mismo andar los melones se van acomodando solos en el carro.
Distinto, muy distinto, es el escenario que se ha planteado en el Movimiento de Integración y Desarrollo catamarqueño, el MID. Aunque se trata de un sector con varias décadas de historia en el país, si vamos a sincerarnos, poco y nada tiene que ver este MID con el original, aquella fuerza desarrollista impulsada por Arturo Frondizi en los años 60 del siglo pasado, luego continuada por figuras como Rogelio Frigerio (abuelo del Rogelio Frigerio que fue ministro de Mauricio Macri y hoy es gobernador de Entre Ríos). Aquel MID era a su vez un desprendimiento del radicalismo que ganó cuerpo en tiempos de proscripción del peronismo, y luego se fortaleció. Aunque le tocó gobernar en tiempos oscuros, Frondizi intentó una buena gestión, criticó a la Revolución Libertadora, y buscó -además de implementar un interesante programa económico- conciliar al país, tanto que lo derrocaron y en 1973 fue como aliado del peronismo que volvía al ruedo. Para resumir, este MID de Catamarca no tiene vínculo real con esa historia, y asomó apenas como un sello disponible para competir -algo legítimo, por cierto- luego del quiebre de la primera formación libertaria en la provincia, previa a los comicios de 2023.
Ocurrió entonces que este MID debutó electoralmente en octubre pasado, y fue la gran sorpresa. Con un caudal importantísimo de votos, sobre todo en Capital, metió dos diputados y superó con creces a fuerzas y figuras lugareñas tradicionales. Pero ahora aparece todo envuelto en un delicadísimo panorama de denuncias cruzadas entre sus propios referentes, que exceden por mucho el tono de la discusión política, y superan límites indeseables, que nunca se debieran superar. Se habla de pagarés en blanco, millones en la nebulosa, amenazas, extorsiones, pedofilia, pornografía y una serie de asuntos que felizmente no aparecen asociados al cotidiano andar de la política catamarqueña. La situación es muy grave, y exige una urgente e inequívoca respuesta judicial, bajo el riesgo de malograr un proyecto que parecía haber empezado con el pie derecho, y puede desmoronarse prematuramente y de la peor manera.
El Esquiú.com
